El pasado 20 de noviembre de 2019 cumplimos dos años de vivir en un mundo azul autismo… si, un color bastante peculiar que tiene la facultad de pasar por diferentes tonos, sin dejar de ser el en esencia. Desde el mes de abril he estado bastante desconectada de las redes sociales de COMPARTIENDO CON VIDA, por diferentes circunstancias, pero la razón principal de mi silencio es que necesitaba acallar un poco la múltiple información de teorías, dietas, métodos, intervenciones, medicamentos y suplementos que al fin y al cabo terminaron absorbiéndome a tal punto de saturarme y sentirme más confundida y desorientada.
Así que me he dedicado a escuchar mas a las personas que me rodean, esas que la vida, sin querer, nos juntó por una condición llamada generalmente “Discapacidad Mental o Física”, me he dedicado junto a mi esposo a aprender de las pataletas, sus llantos inexplicables, su lenguaje peculiar, sus retrocesos, estancamientos y avances, a aprender de mis errores, de mis pruebas aceptadas y fallidas, de mis peleas constantes con las injusticias que surgen con el día a día, a entender la ausencia y el silencio de quienes esperamos nos den más que eso. SI, he aprendido mucho, pero se que es nada para todo lo que nos espera y he sentido que de nada sirve todo esto sino lo comparto, si hago de este camino una lucha egoísta, con un propósito netamente personal.
Últimamente la frase marcada que tengo es “Cada persona carga su propia cruz por dentro, cada uno vive su lucha interna”… creo que cuando llegue a interiorizar completamente este concepto se me facilitara la vida porque experimentaré el no juzgar apresuradamente, a ser paciente, a perdonar, a mantener un sentido agudo de empatía, a ser humilde, a tener mas fe, a estar presta a ayudar, a ser mas tolerante… sin duda alguna nos dejaríamos de dar mala vida y viviríamos mas felices… deseo poder seguir aportando desde nuestra experiencia como familia un granito de arena para no desfallecer en el intento de mantener un buen animo pese a lo fluctuante que es este camino azul autismo…
Agradezco a Dios porque el año 2019 nos regalo múltiples bendiciones inmerecidas, experimentamos su inmenso amor, cuidado y misericordia. Creo firmemente que el hacer un alto, el callar, el estar quietos, hace parte obligatoria de la vida en todos los sentidos, y estos espacios te llenan, te fortalecen y te hacen crecer. Fue un año que nos dejo grandes retos para el 2020 y sin duda alguna comenzamos con la disposición de colocar nuestro esfuerzo y disciplina a disposición de Dios todopoderoso.
Isaac David y Alejandro han crecido de una manera que nos sorprende, el tiempo avanza y los desafíos aumentan a medida que ellos se desarrollan… en este año logramos que Isaac dejara el pañal, mas adelante les escribiré un blog completo sobre nuestra experiencia, tuvimos varios cambios en nuestra rutina que afecto a todos los miembros de la familia y recibimos una noticia que nos impacto profundamente, pero que al mismo tiempo nos aferro mas a Dios y a su propósito en nuestro hogar.
El pasado 31 de octubre el Psiquiatra valoro a mi pequeño Alejandro y considero que presenta varios rasgos que se encuentran dentro del espectro autista. Aunque desde el mismo momento que conocimos la condición de Isaac, nuestros ojos se centraron en el desarrollo de Alejito, lo mantuvimos en los mismos controles que tenía mi hijo mayor, de hecho, asistía a terapias para estimulación de su desarrollo físico y habíamos leído mucho acerca de la gran probabilidad de que ambos desarrollaran el TEA, no es fácil de asimilar… quieres explicaciones que por el momento no tienen respuestas, retornan todos esos sentimientos y estados de ánimo que pensamos haber superado.. Pero la realidad es que duele... Los hijos duelen demasiado.
Los días han pasado, el último mes del año fue particularmente estremecedor pero al mismo tiempo esperanzador, aún cuando todo esté perdido CREO EN DIOS, porque el es mí esperanza en medio del dolor confiada siempre cantare su grande salvación, porque vivo y creo en Dios... Sin Más Pa' allá y Sin Más Pa' Acá.
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